jueves, 25 de febrero de 2010

EL AUTOBUSERO TOZUDO

Aunque no es algo que me haya ocurrido ayer mismo, como se trata de un hecho repetido, que seguramente me volverá a pasar y no seré el único que lo padezca, lo comentaré.

Llevo casi un año yendo todos los lunes a Rivas Vaciamadrid a ensayar con un grupo de amigos. normalmente llevo mi teclado en una funda acolchada, pero en ocasiones también he tenido que cargar con un bajo. Como tengo una vista muy deteriorada no puedo conducir ningún vehículo, salvo que quiera ir haciendo muerting. Transporte público toca pues.
Hasta hace pocas semanas ningún problema, pero he aquí que un buen día según subo y pido un billete me dice el conductor: “Y ese bulto”- “Un instrumento musical” respondo- “pues con eso no puede pasar” arguye, eso si, con corrección. “llevo casi un año yendo todos los lunes y nunca me han puesto pegas” .le digo. “con eso no puede ir aquí insiste”. Como son más de las nueve de la noche y entiendo que la gente está con ganas de llegar a casa me resigno y me apeo mansamente.
Me quedo un poco a cuadros y al final decido coger el siguiente autobús sin que ocurra el más mínimo incidente.
Pasan dos semanas y otra vez la misma historia. Antes de continuae es necesario que puntualice que debido a mi visión defectuosa no me es facíl reconocer las caras de gente con las que no trate a menudo de ahí que en esta ocasión no reconociese a mi autobusero favorito.
Vuelta a empezar y esta vez ya le pregunto por qué no puedo pasar y me responde que es su obligación evitar peligro a los viajeros (vale, toco mal, pero no creo que sea un peligro para nadie). Le digo que si acaso son normas de la compañía y me responde que no, que son de la Comunidad de Madrid. Yo insisto en que esas normas contendrán alguna especificación en cuanto a tamaño o algo o es a criterio del conductor, porque de haber especificaciones la próxima vez llevo un metro y medimos el cacharro para ver si incumple la notmativa. Respuesta: “ son normas de la Comunidad de Madrid”, “Entonces es a criterio del conductor” replico y el tio se enroca en la misma respuesta. Al final, como veo que es un obtuso y no quiero fastidiar al resto de viajeros me bajo y tomo el autobús siguiente sin problemas.
El martes ya con la determinación de ir a chuchillo con argumentos busco y le echo un vistazo al Reglamento de Viajeros de la Couinidad de Madrid. Encuentro el infame legajo y lo único que saco en claro el que el tema de objetos que molesten o puedan hacer peligrar a los viajeros parece arbitrario y sujeto al criterio del conductor, el único dato concreto es el que se refiere a elementos que superen los treinta kilos de peso. ¡Cojonudo!, parece que deber ser más fácil detectar a ojo lo que pesa algo que lo que abulta. Treinta kilos de ropa abultan más que Pau Gasol, pero si son de plutonio (no quiero dar ideas a nadie) suficiente para mandar la ciudad de Madrid a la órbita de Júpiter, caben en un maletín-
Al final me doy cuenta de lo que afirmaba un amigo: como hay un montón de funcionarios inútiles que se aburren se dedican a legislar gilipolleces.
Conclusión: Normativa realizada por memos interpretada por un cretino obtuso me están haciendo plantearme cambiar el teclado por el pícolo.

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